CAPÍTULO CINCO El dormitorio de Lady Min estaba adornado y a través de ella se contemplaba la ciudad y sus luces. Los espejos que se podían ajustar en distintos ángulos, llegaban al techo y estaban en todas las paredes. Una puerta con espejo daba al vestíbulo, y otra al baño. Al lado de la cama había una gran mesa adornada con un marco de oro. Un panel de comunicaciones y una pantalla brillaban en la pared. Lady Min estaba acurrucada en su cama, allí donde la habían tirado. Trató de levantarse con una mueca de dolor. Su cabeza le dolía allí donde la había golpeado el bastón. El pánico hizo presa de ella, pero trató de dominarlo. No era el momento de desfallecer. No se hacía ninguna ilusión en cuánto al problema en el que se hallaba y cuál sería su futuro. Los 15 rumores en el submundo acerca de Xenu seguramente no eran infundados. Insegura se quitó el vestido arruinado, y camino hacia el lavatorio. Tomó una toalla, y mojándola se la pasó por la parte lastimada, encima de su oreja. Un agudo golpe en la puerta, seguido por una llave girando le llamó la atención. El doctor Stug abrió la puerta. En el vestíbulo detrás de él esperaban una enfermera y una camilla. Stug cerró la puerta y avanzó por la habitación. Era un hombre alto, vestido con ropa de civil negra. Su barbita y anteojos le daban un enchapado aire de profesionalismo. Como psiquiatra privado de Xenu tenía mucha práctica en engaños. Llevaba la mano izquierda detrás de la espalda.
"Sólo vine a ver si se encontraba bien"
, dijo. Lady Min bajó la toalla y lo miró alerta. El espejo reflejaba claramente su espalda, y la mano en la que escondía una pistola para inyectar narcóticos. Con ella se podían poner hasta cien inyecciones, las cuáles garantizaban un día o más de inconsciencia.
"¡Estas peleas de enamorados!”
Dijo el doctor Stug.
"Tch, Tch, Yo conozco a Xenu desde hace mucho tiempo, él se enoja con mucha facilidad, pero perdona rápido. Perdona rápido. No me extrañaría que todo se arreglara en la cama".
Se empezó a mover despacio, con agilidad.
"Parece que tiene un moretón en la mejilla, bueno creo que podemos hacer algo por él".
Lady Min lo miró y luego se llevó la mano hacia la mejilla. Ella hizo una mueca de dolor y empezó a caminar insegura hacia él.
"Está un poco hinchado, pero yo me siento muy débil"
, dijo ella. Se le acercó mostrándole su mejilla. "¿Puede ver si hay algo roto?"
Ella tropezó, y su mano izquierda se alzó para mantener el equilibrio. Por instinto Stug trató de sujetarla con su mano libre. La mano derecha de Lady Min fue para atrás de la espalda de este, sacándole la pistola hasta tenerla a su costado, presionó con un dedo el gatillo. Una pequeña hinchazón se vio a través de la ropa del doctor. Sus ojos se abrieron asombrados, y la boca también, y lentamente fue cayendo. La cabeza golpeó la alfombra. Lady Min se arrodilló y le puso el seguro a la pistola. Suavemente dijo,
"No eres muy diferente de cualquiera de los burros del teatro, doctor Stug"
. Le abrió el abrigo y dijo, "Tenga dulces sueños doctor de cerebros".
Miró recelosamente a la puerta. Sabía que había guardias allí, no solo el que venía con el doctor Stug, sino también estarían los guardias de la puerta. Xenu no sería negligente con eso. Corrió hasta su armario y sacó un largo abrigo, y lo tiró encima de Stug, tratando de que lo cubriera totalmente, incluyendo los zapatos. Moviéndose rápidamente fue a la consola de comunicaciones. Se inclinó delante de ella, y oprimió botones. La pantalla borrosa relampagueó. La urgencia y algo de pánico se estaba apoderando de ella. A bastante distancia, en la ciudad, Ap se hallaba inclinado sobre la barra de un bar, con un trago en su mano. Estaba escuchando la lánguida voz de una cantante al frente de una orquesta. Un agudo sonido le llegó desde el bolsillo, y con un gesto de aburrimiento sacó el pequeño receptor, que tenía una pantalla. Su calma se disipó cuándo vio a la desecha Lady Min aparecer en ella. Su voz era aguda a través del pequeño receptor.
"¡Ap! ¿Dónde está Rawl?"
Ap parpadeó y se trató de concentrar.
"Que pregunta tan espectacular. Él se fue al planeta Tierra al anochecer. El Congreso terminó, usted..." "¡Usted lo tiene que contactar!,"
Dijo ella. La mano de Ap en el transmisor empezó a temblar
. "Tenemos enormes problemas de transmisión. No le puedo decir! Él tendrá varios días de vuelo, No hay caso. Mire..." "¡Ap, vaya al puerto del espacio rápido, y saqué el yate espacial, y téngalo listo de inmediato para salir! ¡Rápido, rápido!". La ruidosa música levantó su volumen.
"Pero Lady Min, recién cambiaron al piloto..."
Hubo un fuerte clic cuándo la comunicación se cortó. Ap se apoyó contra la barra.
"Santo Cielo, colgó. Bueno, aquí van tal vez los encabezados de los diarios de mañana"
Lanzó un gran suspiro, "¡Futuro Cero!"
Puso el comunicador de vuelta en su bolsillo. Le pareció que la música era un grito agudo. Se levantó, tiró un crédito arriba del mostrador. Y salió tambaleándose. En el dormitorio, Lady Min se levantó de la consola. Miró a Stug en el suelo, y calmó su rápida respiración. Fue apresuradamente al baño y prendió la luz. Abrió el grifo hasta que el agua rugió. Dejó la puerta entre abierta para asegurarse de que las luces se vieran desde la habitación. Con la pistola de narcóticos en la mano, se puso de tal manera que cuando abrieran la puerta, ella se encontrara detrás. Respiraba aceleradamente, tratando de calmarse. Tomó la pistola, le sacó el seguro, y abrió la puerta algunos centímetros. Levantó su barbilla, y en una no muy buena imitación de la voz de Stug, llamó,
"¡Enfermera!".
La puerta fue abierta bruscamente desde afuera, por la fuerza de la camilla que la enfermera empujaba, escoltada por un guardia. Vieron el cuerpo tapado en el suelo. El guardia iba vestido con el traje gris verdoso de la Policía Secreta, él tomó su rifle y miró por todos lados. La cabeza de la enfermera estaba cubierta por una cofia blanca. Su blusa era azul rayada con puños blancos, y usaba una voluminosa pollera blanca. Miró el cuerpo en el suelo, y después a la puerta semiabierta del baño, notando el agua que corría, y sonrío.
"¿Un poco de diversión para usted primero Doc?",
Dijo ella. Con su palma de su mano Lady Min cerró la puerta, con ese sonido la enfermera se dio vuelta. Dando un paso para adelante Lady Min apoyó el arma contra el cuello de la enfermera y disparó. El policía secreto se dio vuelta para hacerlo a su vez, pero cuando la vio, trató de girar. Lady Min disparó de nuevo la pistola narcótica, y apuntó directamente a la boca abierta del
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guardia y disparó. El humo blanco envolvió la quijada del guardia, cuando encogido cayó al suelo. Lady Min tomó
el rifle para que no hiciese ruido al caer al suelo, y lo puso cuidadosamente sobre la alfombra. Silenciosamente
volvió a cerrar la puerta.
Se apoyó contra la pared suspirando aliviada.
"¡Estrellas, reflectores!”,
Exclamó. Pero se dio cuenta que aún no había salido de allí, y sería solo cuestión de minutos antes de que el guardia que estaba afuera se preguntara que pasaba ahí adentro. Se acercó a la mirilla de la puerta, y espió para afuera. Había dos guardias en el vestíbulo. Uno estaba insolentemente parado al lado de la puerta. El otro estaba sentado en una silla, del otro lado del vestíbulo, el rifle entre sus piernas, mientras buscaba el encendedor. Un cigarrillo apagado colgaba de sus labios. El resto del vestíbulo estaba vacío. Lady Min cerró la mirilla. Tomó al guardia por los hombros, y con visible esfuerzo lo arrastró al baño. Volvió y se arrodilló al lado de la enfermera, dejó el arma, y la empezó a desvestir. Primero la cofia, luego la falda, los zapatos y finalmente la blusa. Qué suerte que la enfermera era un poco más grande que ella. Trabajó rápida y frenéticamente. Pronto tuvo a la enfermera dentro de la bañera. A Stug lo llevó con un esfuerzo supremo a la camilla, y puso el rifle debajo de él. Menos mal que no había sido un hombre alto. Lo tapó completamente con la sábana. Se puso la ropa de la enfermera y la miró para parecerse a ella. Se ajustó la cofia, y se miró al espejo, inspeccionándose cuidadosamente. Abrió un cajón del mueble del vestidor, y tomó un montón de anillos y su billetera, y los escondió en su escote. Levantó la pistola, fue al baño a ponerle nuevas cargas de drogas, para inyectárselas al guardia y a la enfermera. Volvió a la cama, levantó el traje de noche y lo tiró descuidadamente en ella. Miró a su alrededor, cerró la puerta del baño con llave, y tiró la llave debajo de su cama. Silenciosamente abrió la puerta de entrada. Miró por última vez la habitación, suspiró hondamente, se enderezó y empujó la camilla bruscamente saliendo detrás de ella golpeando la puerta. Los guardias se tensaron. El que estaba más cerca miró la puerta cerrada, luego a Lady Min.
”¿Dónde están los otros dos?"
Lady Min lo miró burlona. Ella había escuchado la voz de la enfermera y tratando de imitarla dijo:
"Se divirtieron y crearon un desastre, lo están limpiando para que el viejo Xenu no note nada. ¡Bah Doctores!". Los guardias miraron la puerta celosamente. Lady Min apuntó su dedo a uno de ellos.
"Llame una ambulancia, una ambulancia a la salida sur".
Miró al otro autoritariamente.
"¿Me da una mano con la camilla?".
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