jueves, 23 de junio de 2011

REBELION EN LAS ESTRELLAS CAPITULO 11

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO ONCE

Rodeado por grandes árboles, la Base de Xenu en la Planeta Hogar estaba dominada por un solo edificio. Lentos

y siniestros tambores tocaban un ritmo mortal. Fila tras fila de policías secretos con sus uniformes grises verdosos

se alineaban en el campo de desfiles en formación militar. Por encima del edificio de operaciones, una

muchedumbre de renegados mal vestidos, observaba. El grupo de inspección caminaba por las filas, a su cabeza

iban Xenu y Chi. Con ellos había unos guardias inflexibles y renegados y algunos oficiales de alto rango de la

policía secreta, Zel el ex Jefe de la Policía de la Tierra y Sty los Jefes de psiquiatría. Xenu curioso inspeccionó las

tropas a mediada que las iba pasando.

 

"¿Está seguro que esta Base es aún secreta y segura?"

Chi se limpió las cejas con su

pañuelo empapado. Idea tonta, esta inspección. Hace demasiado calor para mí.

Que pregunta estúpida de todas maneras, Xenu sabía que sus órdenes se habían cumplido al pie de la letra.

"Hemos matado a cualquiera que se ha acercado."

 

Xenu asintió. "Entonces estamos casi listos." "Claro que lo estamos,"

agregó

Chi, notando con alegría que Xenu se iba para el edificio de operaciones. Pasó delante de la banda y golpeando su

bastón trato de atraer la atención de los dos Jefes de Renegados que estaban agachados.

 

"¿Y esos hombres?"

El Jefe

de los Renegados sonrió, mostrando una hilera de dientes amarillos.

 

"Estos son los mejores renegados. Los mejores

criminales de la Galaxia. Creados para hacer cosas diabólicas. Y miles más están, preparados en cada Planeta."

 

Otra vez Xenu

movió su cabeza, siguiendo su camino. Paró abruptamente y se volvió al Jefe de los Renegados.

 

"Póngales los

uniformes blancos así parecerán criados."

 

Obedeciendo a Xenu que le hacía señas para que lo siguiera, el Jefe con

desgano lo hizo detrás del resto de la delegación. Miró a Xenu en su retirada y a su Jefe al lado de él.

El vapor irradiaba enloquecido. ¿Se debe de haber soltado algún tornillo de su remilgada cabeza?

¡ Locos! Ignorando el estallido de los gritos de los renegados, Xenu dirigió sus pasos a través de la puerta en

forma de arco al edificio de operaciones.

Esa oficina estaba localizada en la mejor parte del edificio. Las paredes pintadas con sus estrellas y planetas que

servían como mapa de operaciones, que estaba pinchado con muchas naves en miniatura y banderitas. Debajo de

una gran mesa a un lado había largos rollos, y del otro había pinchados un sinfín de papeles. Xenu entró a la

habitación abriendo de un golpe la puerta para entrar cojeando e ir hacía la mesa.

Los dos policías secretos que se hallaban parados rígidamente, fueron bruscamente puestos a un lado. Bajando su

bastón, Xenu levantó un palo curvo y volvió a mirar a sus oficiales.

Golpeaba el palo en su mano, miró a sus oficiales por un momento, guardias negros en su mayoría, pero tendrían

su uso, seguro que los iba a usar. Los hombres se volvieron, Xenu los observó atenta y expectantemente, ya que

su rencor era mutuo. Finalmente Xenu comenzó a dirigirse a ellos,

 

"Estas son sus últimas instrucciones. Escuchen con

cuidado."

 

Enganchó el palo al anillo más bajo del cilindro. "Esta es la fase Uno de la amplia acción en la Galaxia."

Con

un brusco movimiento sacó un mapa del cilindro y lo abrió encima de la mesa. Había allí una serie de papeles a

los cuales señalo.

 

"Y estas son las órdenes detalladas a seguir." "El objetivo de la Fase Uno,"

Xenu siguió, su voz perdió

gran parte de su urbanidad,

 

"es la matanza de cada Oficial Leal de la Galaxia."

Ceñudos y silenciosos los hombres

asintieron. Adelantándose Xenu alcanzó el segundo cilindro.

 

"Fase Dos: la destrucción de la principal defensa de cada

Planeta."

 

Brutalmente sacó el contenido del segundo cilindro, y lo ubicó encima del primero. Señaló el segundo

montón de hojas.

 

"Y las órdenes de papeles."

Con un enfermo e irritante chillido, desenfundó el tercer cilindro. Xenu

sacó la última pila de papeles.

 

"Fase tres. Remoción de la minoría y no deseada población en la Galaxia hacía el Planeta Tierra,

y exterminarlos."

 

Una lenta sonrisa cruzó su cara.

"Yo creo que esto solucionará todos los problemas de superpoblación, crimen y

finanzas en la Galaxia, así como la prevención de ser depuestos. Antes de que el Ministro Chi emita las órdenes detalladas, ¿hay

algún comentario?"

27

El momentáneo silencio fue quebrado por un sardónico Jefe renegado.

 

"Usted es él que paga."

Lo dijo

despreciativamente, pasándose la mano por el cabello. Xenu clavó la vista en los otros. Y tú - tú eres un bastardo.

Indicándole a Chi de hacerse cargo, Xenu salió de la habitación cojeando.

En el terreno de los desfiles, el grupo de rejuntados se estaba dispersando Regimientos de policías secretos y

bandas de renegados marchaban a sus destinos asignados. Los tambores se silenciaron. Pronto solo quedó el

desorden y el viento desparramando a las compañías.

Chi estaba parado en la azotea, su silueta contra las estrellas. Su mano izquierda sostenía un radio transmisor. En

la derecha tenía un cronómetro que iluminaba con una linterna. En su mente repasaba las instrucciones que Xenu

le había dado concerniente a la Fase Uno.

¿Había olvidado algo? Parecía que no, pero... Miró al cronómetro con lentitud. ¡Demasiado tarde de todas

maneras! Hizo sonar el reloj y habló por la radio.

"¡Fase Uno!"

Limpiándose las uñas con un cuchillo, uno de los Jefes de los Renegados se hallaba sentado en su obscura oficina.

Un parlante sonó cerca de su cabeza.

 

"¡Fase Uno!"

Levantó su cabeza, y también se levantó de la silla,

comenzando a caminar, tirando su cuchillo a los pies de los otros renegados que se hallaban allí.

 

"Vamos,"

les

gritó.

El segundo Jefe de los Renegados estaba parado en el Control Central Intergaláctico, apoyado contra el panel de

comunicaciones. A su lado sonaron todos los micrófonos.

Estaba rodeado por cables. El panel estaba llano de ellos y muchos nombres estaban brillantemente iluminados.

Eran los nombres de los miembros de la Confederación Galáctica, Sirio, Canopus, Alfa, Centauro, Procyon,

Achenar, Beta Centauri, Altair, Betelgeuse, Acrux, Aldebaran, Pollux, Spica, Antares, Fomalhaut, Dendelo,

Regulus y Sol. Silbando despacio el renegado revisó que todas las estrellas estuviesen conectadas con los

micrófonos. Lo estaban. Levantó una palanca y habló.

 

"¡Todos los sistemas. Todos los planetas. Fase Uno!"

Los faros de un auto cruzaron con su luz frente a una casa de los suburbios, parándose delante de un garaje. Un

Oficial Leal con su abrigo color caqui y su gorra, paró el motor del auto. Asombrado miró el reflector que lo

apuntaba desde la oscuridad. Se escucharon dos armas de fuego. Herido el Oficial pegó contra el auto y encogido

cayó. Dos hombres en guardapolvos blancos corrieron hacia él. Uno estiró su bota y le levantó la cabeza para ver

si estaba muerto. Lo estaba.

Un Oficial Leal subía por la blanca escalera al Edificio Gubernamental. Rifles sonaron sacándole el brazo a la

altura del hombro. Dejando un reguero de sangre, rodó por las escaleras.

Con el ceño fruncido, inclinado sobre un comunicado, un Oficial Leal nunca notó a los hombres en guardapolvos

blancos que entraron a la oficina, levantaron sus armas y las dispararon, empujando al Oficial Leal hacía la pared,

cayó pesadamente. Estaba muerto. Los dos hombres huyeron.

Una nave pequeña de exploración aterrizó. Un Oficial Leal bajó de un salto, sacándose el casco. Miro alerta

cuando un objeto parecido a una granada pasó a su lado para estrellarse al costado de la nave. Instantáneamente

se escuchó un estallido, que cuándo pasó había dejado a la nave desecha, y a su lado una forma que alguna vez

había sido un Oficial.

En su oficina obscura, el Jefe de los Renegados estaba mordiendo la punta de un lápiz. Un montón de papeles se

amontonaba encima de la mesa. La lista de arriba de todas llevaba un nombre. Oficiales Leales Sistema Capella.

La radio habló,

 

"Planeta Chellis, Lugarteniente Dahn."

El Jefe buscó y encontró el nombre. Subrayándolo, miró el

micrófono.

 

"Capitán Sten."

Con un amplio movimiento cruzó el nombre con una gran marca. ¡Arreglado! Hijo de

un gran canalla, tuvo las agallas de arrestarme una vez. El micrófono crujió nuevamente...

28

Tres Oficiales Leales recorrían el pasillo con sus armas para disparar. Un arma de grueso calibre retumbó,

convirtiendo a los Oficiales en una bola de fuego. Cayeron sobre el piso encerado con sus armas desarmadas.

Todo era silencio en los cuarteles. Hasta que todo voló por el aire. Un par de policías secretos dejaron el lugar

apurados, saltando la reja debajo de la cual un letrero decía: Cuartel Oficiales Leales Sistema Betelgeuse.

Sujetando un rifle paso su brazo a través de la abertura de la puerta. Dormido en su cama, saco y gorra colgados

en su lugar, un Oficial Leal murmuraba algo en sueños. El renegado se paró a escuchar. Tranquilizado suspiró y

apretó el gatillo dos veces. Una llamarada verde inundó la cama.

Un extraño presentimiento acerca del esquema de la Fase Uno le llegó desde el fondo. Chi tomó un largo

marcador en su mano resbalosa. Una legión de micrófonos balbuceaba en la parte de atrás de la sala. Nombres de

estrellas y Oficiales Leales ocasionalmente destellaban en la pantalla. Un uniformado estaba parado al lado de la

silla de Chi sosteniendo un montón de papeles.

 

"Planetas de Altair," reportó, "Fase Uno, todo en orden."

Chi asintió y

marcó otro círculo los muchos que ya tenía marcados en el gráfico. Apoyando el marcador se enjuagó sus manos

transpiradas en el pantalón. Los negocios seguirán toda la noche. Miró el reloj. Los negocios seguirán toda la

noche. Suspiró con resignación y ordenó un café. Una persona poco visible en las sombras se aproximó a la mesa

y le alcanzó un papel al ordenanza. Este lo tomó y se lo leyó a Chi.

 

"Sistema Markab. Fase Uno. Todo en orden."

Chi

restregó sus manos otra vez, levantó la lapicera y dibujó otro circulo en el gráfico.

Cinco Oficiales Leales se tensaron contra la cuerda que los mantenía atados a la blanca reja.

Reflejados en su transpiración estaban los reflectores que iluminaban la escena. Un renegado terminó asegurando

al último Oficial y salió al aire libre. Ráfagas de pistolas automáticas se oyeron, desparramando en pedazos a los

Oficiales con reja y todo.

Las velas iluminaban el altar, allí con la cabeza baja había un Oficial Leal arrodillado. Sus ojos se abrieron cuando

el tiro del rifle lo tiró al suelo. La errante corriente de aire apagó la mecha de la vela, y las espirales de humo

subieron hacia los Dioses.

"Mayor Tonlin",

 

resonó en el micrófono. El Jefe tragó saliva y borró el nombre de la lista. Había sido una larga

noche. El Jefe estaba cansado e irritado. Sumo otra colilla al ya repleto cenicero. Por último enrolló la lista del

Sistema Polaris.

La luz de la mañana entraba por algún lado lastimado los irritados ojos de Chi. La habitación estaba tranquila

ahora que los micrófonos se habían callado. El exhausto ordenanza cansado tomó el enorme montón de papeles

para hacer el informe.

 

"Sistema Polaris, Fase Uno, todo en orden."

Con un ademán final triunfante, Chi hizo otro largo

círculo. Rascándose el cuello, miro su trabajo de círculos en el gráfico. Gruño, y se volvió a apretar el botón de la

consola. Xenu estaba sentado tenso y rígido en la mesa mirando hacía la nada. Apareciendo en la pantalla, Chi se

aclaró la garganta varias veces, y presionó el timbre para llamar la atención de Xenu. Finalmente Xenu volvió a la

normalidad, mirando con ojos de acero a la pantalla.

 

"Todo va de acuerdo a sus planes."

Dijo Chi, subiendo los

pulgares en señal de asentimiento.

 

"¿Cuántos quedan?" Chi movió la mano con ligereza,

"Sólo unos pocos en remotas

Bases Interceptoras y sólo aquellos en las Bases Galácticas Planetarias."

 

Xenu se relajó.

"Pondremos a las Bases Galácticas en la

Fase Dos, así que no se preocupe. Mantenga las noticias escondidas y ponga señal de ocupado en todas las emisoras de los Oficiales

Leales. Y siga trabajando en esas Bases Interceptoras."

 

Apagó el circuito, y se frotó la mandíbula sonriendo para sí

mismo. Pronto, pronto. La victoria estaba a la vista. Otra vez sonrió y volvió a estar absorto en la nada.

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