miércoles, 22 de junio de 2011

REBELION EN LAS ESTRELLAS CAPITULO 10

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO DIEZ

La música era terrible. La pianola estaba rota desde hacía mucho tiempo. De todas maneras nadie la escuchaba.

Sin embargo, desde temprano el bar-club nocturno del hotel tenía algunos ocupantes. Bandidos con un ojo, una

pierna o un brazo, haraganeaban por los alrededores. El barman se apoyaba contra el mostrador, las manos

apoyadas en su cara. Un piloto vestido de negro estaba sentado solo, tenía dardos en su mano con los que jugaba.

Miraba la pared delante de él. Ocasionalmente tiraba un dardo en ella, sacándole pedazos a la pared y también

algunos insectos. Cerca de la escalera un grupo jugaba a los dados. Las fichas se apilaban alrededor de Ap. Los

otros jugadores no tenía tanta suerte, sus pilas de fichas eran muy magras. Con avaricia miraban los montones

que Ap tenía. Este ausente tiró los dados de ocho lados. Un gesto preocupado cruzaba su cara. Se volvió hacia el

doctor,

 

"Doc, usted dijo cinco semanas." El doctor Ax tembló "Le queda un día."

Con un gesto aún mas preocupado, Ap

tiró los dados, estiró la mano y recogió el pozo.

 

"Mejor subo para ver si todavía sigue inconsciente."

El propietario del

hotel protestó cuándo Ap corrió su silla para levantarse.

 

"¡Oiga, no! ¡Usted no puede dejar ahora que está ganando!"

Sna

rió.

 

"¡Él va a terminar hasta con el hombre más rico en Stip!" Sna volvió su cauteloso rostro hacia Ap.

"¿Quiere comprar

una base de armas?"

 

De repente el doctor Ax lo tomó del brazo y apuntó a las escaleras con una amplia sonrisa.

Siguiendo la mirada del doctor, Ap vio a Lady Min allí. Delgada con su rostro aún más pálido en contraste con el

vestido rojo, se apoyaba contra la balaustrada, bajando cuidadosamente las escaleras. Se sentía triunfante de sus

progresos y le sonrió a Ap y a los otros. Ap dejó escapar un largo suspiro de alivio. Otra vez intentó levantarse,

pero se contuvo mirando sus fichas. Le hizo una seña al doctor mostrándoselas, después corrió a las escaleras.

Estático se puso al lado de Lady Min. No podía hablar, y tenía miedo de tocarla. No sabiendo que otra cosa

hacer, saltaba de alegría abrazando a los pasamanos.

El gentío del atardecer había llegado. Bandidos, drogados, borrachos y decaídos discutían entre ellos. El barman

estaba ocupado llenando los vasos. El perro que Ap había visto hacía semanas estaba también allí acostado al lado

de la puerta cerca de la pista de baile. Ap se encontraba sentado delante de la destartalada pianola tratando de

sacar una melodía que había sido popular. Lady Min ya completamente restablecida, con un vestido dorado, se

hallaba sentada a su lado con el micrófono en la mano. La canción era de tierras lejanas. Cantando con

sentimiento, ella continuamente miraba a través de la sala al piloto que se encontraba allí sentado. Pero el piloto

Tring ignoraba la canción, manteniendo su atención en la pared llena de cucarachas. Lanzó un dardo que pasó

justo por el medio de una, ésta estiró las patas y expiró silenciosamente, así como vivió. Sonriendo para sí mismo.

Tring se recostó en el asiento y llevó el vaso a sus labios. Grandes aplausos se escucharon al terminar la canción.

Lady Min se inclinó agradeciendo graciosamente a la audiencia. Manteniendo una conducta profesional

encantadora, le murmuró a Ap su resentimiento

 

. "¡Yo creo que no es humano!"

El rostro inmutable de Ap movió a

duras penas los labios.

 

"Humano o no, es el único piloto que hay aquí que tiene una nave, y nos puede llevar a la Tierra. Allí

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estaremos tranquilos."

 

Tirándole un último beso a la muchedumbre, Lady Min dejó el micrófono y se abrió paso

hacía la silla que estaba en el fondo de la sala. El piloto no le prestó ninguna atención a su llegada. Solo tiró un

dardo cuando Lady Min se acercó provocativamente a la mesa, se reclinó sobre ella y le hablo pausadamente.

"¿Cambió su idea acerca del vuelo?"

 

Tring aún no levantaba la vista. "Odio las políticas!"

Manifestó lanzando un dardo.

"Confederación Galáctica, la odio!"

 

Agregó. Después hizo una pausa para buscar un blanco en la pared.

"Mujeres, ¡las

odio!",

 

Exclamó, lanzando el dardo.

Indiferente Lady Min sacó un collar de brillantes gemas de su escote y lo agitó

delante de la cara del piloto

 

"Joyas," dijo calmada, "son dinero en cualquier Galaxia."

No hubo respuesta. Ella suspiró

descorazonada y guardó las joyas, se levantó y caminó otra vez al piano. En ese momento la puerta del otro lado

de la sala se abrió violentamente. Sna entró mostrando un papel que tenía en su mano temblorosa.

 

"¡Escuchen!"

Gritó

 

"Hemos sido salvados!"

En la sala se hizo un enorme silencio. Solo el perro que ladraba hacía algún ruido.

Lleno de júbilo, Sna se adelantó hasta estar en el medio de la pista de baile.

 

"Recibí un mensaje especial del Ministro de

Policía. Fuimos reclutados. Cada hombre que de alguna manera pueda servir, será hecho Agente Especial, y cada nave será puesta a

servicio de la Confederación!"

 

Los murmullos en la sala cesaron abruptamente. Los bandidos se levantaron llamando a

amigos y congéneres para intercambiar opiniones, y hacer especulaciones. Algunas personas sin embargo no

estaban contentas, una era Tring, que se levantó con sus ojos muy abiertos y sumamente tenso.

Apretando sus puños con rabia, siseó furiosamente,

 

"Sólo hay una nave, la mía."

Mientras tanto Lady Min lanzó una

mirada agonizante a Ap. Su cerebro funcionó veloz y apresuradamente le confió su plan a Ap. Él dio vuelta a sus

ojos,

 

"Futuro Cero."

Se volvió y discretamente siguió a Sna que pasó por la agitada multitud hacía la alcoba del

piloto.

 

"Aquí lo tiene, piloto Tring." Sna se movió rápidamente, era todo amabilidad.

"Justo el hombre al que yo quería

ver."

 

Tring clavó la vista en Sna, sus manos jugaban nerviosamente con su pistola. Maldito bastardo, quién se creía

que era. ¡No va a decidir sobre mi nave de ninguna manera!

 

"¿Usted qué?" "Aquí está el mensaje, recién llego."

Sna

blandió el papel delante de la nariz del piloto.

 

"Toda la maldita Base, cada bandido reclutado al servicio del Ministerio de

Policía. Altos cargos. Buena paga! Y cada nave tomada en servicio..."

 

El piloto se tomó fuertemente de la mesa.

"¡Sólo hay

una nave, la mía!"

 

Sin que ninguno de los dos hombres lo notara, Ap se había corrido detrás de Tring, cuándo la

voz de éste gritaba

 

"Yo no trabajaría para la condenada Confederación por nada del mundo."

Sin perturbarse porque tenía

una confianza ciega en su habilidad de persuadir, Sna puso pacíficamente su mano en el brazo de Tring.

 

"Ah,

bueno, bueno, bueno. ¿Ni por mil créditos por semana?"

 

Sacando una pistola de debajo de su chaqueta, Ap la presionó

suavemente en la espalda del piloto. Tring mantuvo sus ojos en Sna, quien no se dio cuenta de nada y seguía

tratando de persuadirlo

 

. "Esto es una oportunidad. Una oportunidad para todos. Pero hombre, lo harán General de algo..."

Mientras tanto Ap había tomado la chaqueta del piloto y la puso en su brazo, tapando el arma. Sna seguía

agitando el papel,

 

"Todos los cargos serán olvidados. ¡Miren el mensaje!"

Tring no había hecho ningún movimiento. Ap al

terminar de esconder el arma, miró a Lady Min que estaba parada en el entrepiso. Le hizo seña con la cabeza,

tenía una buena cantidad de abrigos en los brazos y dos maletas en las manos. Ap volvió a mirar a Sna y habló

convincentemente al oído del piloto.

 

"¡Piloto Tring, ya sé que parece muy poco razonable, pero mire Tring, está es su

oportunidad!"

 

El piloto no respondió. Solo movió los ojos cuando la pistola aumentó su presión. "Tring,"

continuó

Ap

 

"como un viejo amigo, dígale a Sna que le hará el favor."

Tragando saliva el piloto se las ingenió para contestar con

voz quebrada,

 

"Está bien. De todas formas ya todo es..." Ap volvió a presionar el arma.

"Yo le ayudaré al piloto Tring a

preparar su nave, la van a necesitar para transporte, vamos!"

 

Contento con su éxito, Sna los dejó pasar. Llevando al piloto

hacía la salida, Ap empezó a temblar de alivio. El primer punto del plan de escape estaba hecho... quizás.

Afortunadamente el aeropuerto estaba desierto.

Lady Min ya estaba ansiosamente parada delante de la puerta de la nave. Los abrigos y las maletas delante de ella.

Se estaba comiendo una uña, ¡por Dios, haz que vengan! Al escuchar pasos apurados, miró para ver al piloto y a

Ap corriendo a través del campo del aterrizaje. Les hizo señas desesperadamente, los dos subieron rápidamente

por la plataforma y atravesaron la puerta.

Tring corrió por el pasillo y se desparramó en el asiento del piloto, tomando los controles.

Ap se paró detrás de él, sosteniendo la pistola ahora abiertamente. A través del parabrisas se veía el cielo con el

azul del atardecer. El tangible silencio fue roto por el ruido de los motores al comenzar a funcionar. Con un

chirrido despegaron. La aceleración hizo retroceder a los pasajeros, Ap tuvo que sujetarse al asiento del piloto

para dejar de bambolearse, y poder apuntar con su pistola adecuadamente. De repente el piloto se empezó a reír.

Fuerte y extravagantemente, el sonido se mezcló con el aumento del ruido de los motores. Haciéndose cargo de

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la nave, Tring trató de parar de reirse. Sin mirar para atrás finalmente trató de hablar,

 

"Puede guardar el arma. Ni

siquiera lo necesitó. Me hizo un enorme favor sacándome de allí. Me habrían matado por mi nave."

 

Extrañados Lady Min y Ap

miraron al piloto. Después los dos se echaron a reír. Ap miró su arma y la guardó, palmeando luego al piloto en la

espalda. El tipo está bien, quizás nos lleve a la Tierra.

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