jueves, 16 de junio de 2011

REBELION EN LAS ESTRELLAS CAPITULO 4-1

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CAPÍTULO CUATRO

Lady Min estaba a punto de ser arrollada en el vestíbulo del palacio. Medio centenar de camarógrafos y reporteros

clamaban por respuestas a sus preguntas. A su lado estaba Ap, su agente de prensa, un hombre joven vestido de

manera ostentosas, trataba por todos los medios que a Lady Min no la hicieran perder el equilibrio.

 

"Lady Min"

gritó un reportero,

 

"Como la amante del jefe Supremo, ¿usted diría que Xenu está satisfecho?"

Ap trató de para la pregunta.

"Lady Min es la actriz más importante de la Galaxia. Ella no se mezcla en la política. Señores, por favor".

 

Otro reportero

gritó,

 

"Es verdad que Rawl acusó a Xenu de tratar de llevar a los planetas una rebelión". "Lady Min, usted diría que las mujeres

están contentas...".

 

Y otro más exclamó, "¿Dijo Xenu que está planeando unas vacaciones en el satélite veraniego?"

Lady Min

se movía de un lado para otro, tratando de mantenerse entera. Su vestido de noche rojo se había ladeado en un

hombro, habían pisado sus brillantes zapatos. La flor hecha de joyas de su cabello, había sido arrancada por

detrás de su oreja. El estruendo sonaba en sus oídos. Le gritó a Ap,

 

"Arregla las luces" Ap gruñó,

"En diez años

nunca tuve que manejar un acto de animales salvajes".

 

De repente vio que ella tenía vuelta su espalda hacía la oficina

ejecutiva, y su mano ya estaba en el picaporte para abrirla.

 

"¿Adónde vas?"

Lady Min se deslizó dentro de la oficina,

y antes de que alguien intentara seguirla, atrancó la puerta. Ap se paró enfrente de la puerta y sacó un manojo de

papeles del bolsillo, que todos trataron de agarrar.

Lady Min se apoyó contra la puerta. Desde el otro lado seguía llegando el bullicio de la conmoción del vestíbulo.

Estaba sin fuerzas. ¿En que se había metido?. Las órdenes del Jefe Supremo en los últimos años se habían vuelto

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terminantes. Hace solo tres semanas, había mandado una orden al teatro, para señalar que ella era su amante.

Pero, ¿porqué?. El odiaba a las mujeres, no soportaba tocarlas Ella no pudo haber dicho

 

"No".

El gobierno

últimamente tenía una manera de arruinar a cualquiera que dijera

 

"No".

A pesar de eso, Ap se rompía los sesos

tratando de encontrar un camino de salida. Pero aquí estaba. Miró a su alrededor. Era una de las oficinas

ejecutivas de Xenu. Era espléndida, adornada en terciopelo rojo, y con oro. Tenía un bar, una mesa negra en el

centro con un panel de computación, y un sofá que miraba un ventanal. Fue el sofá en el que fijo sus ojos, y luego

se movió hacia él. A uno de sus brillantes zapatos se le había salido una tira, se había roto en el "intervalo", pero

lo dejó caído, y cojeó a través de la habitación. Exhausta se dejó caer en el sofá. El respaldo bloqueaba su vista a

la habitación, la amplia ventana miraba sobre la nocturna ciudad. Empezó a prender un cigarrillo, pero lo dejó en

el cenicero. Puso su dedo bajo su collar de oro y lo aflojó. Sus ojos se posaron en la pulsera que llevaba, con el

escudo del Jefe Supremo, le pegó un tirón y se lo arrancó del brazo, y lo tiro al suelo. Clavó una mirada en el

techo y suspiró largamente. ¿En que se había metido?. En todos sus años de teatro, había empezado a los cinco,

tuvo algunas conmociones, algunas extraordinarias, pero nada se acercaba a esto. La pieza de teatro había

terminado porque ella tuvo que abandonar al elenco por los disturbios. Las series de la radiodifusora habían sido

suspendidas, por haber sido citada al palacio. Y Xenu tenía en el submundo, aunque más no fuera, una reputación

repugnante, de la que se susurraba, pero nunca se decía nada específico. ¿Qué loca inclinación causó que él de

repente le ordenara a alguien de ser su amante?. Ah, el mañana dirá. La tarde paulatinamente se estaba

convirtiendo en noche. Se dio vuelta, y miró a las estrellas obscurecidas por la celebración, y por las luces de la

ciudad. Estaba muy lejos de adivinar que allí estaba su futuro inmediato. El picaporte de la puerta de la habitación

de Xenu se movió, y la puerta se abrió. De una manera tal que se podría haber asustado hasta a un pollo... Xenu

empujó a Chu por delante de él. Cerró la puerta con el bastón, y prendió las luces. Miró hacia el bar, a la mesa, y a

la puerta del vestíbulo. La parte trasera del sofá estaba a la vista.

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