CAPÍTULO VEINTIUNO
La Tierra. Una lúgubre neblina amarilla se arremolinaba de algunos pedazos de árboles achaparrados, que se
encontraban en lo que una vez había sido una colina. Un blanco helicóptero permanecía suspendido en el aire
bajando un objeto cilíndrico. Era una gran cápsula de color verde brillante. Su superficie era suave, si no hubiese
sido por los paneles que sobresalían de su nariz. Había algunas personas paradas en esa colina, todas con trajes
contra las radiaciones. Mish observaba la cápsula a medida que bajaba con las señales que le hacía con la mano.
Ap no hacía más que de costumbre. Pero se encontraba allí mirando el desolado lugar. Resultaba misterioso. "Este
seguro que es," comentó al aire, ya que nadie lo escuchaba, "el final del Planeta Tierra! ¡Futuro Cero!" En un rincón Lady
Min y Rawl tenían sus manos entrelazadas, hablando tranquilamente. Lady Min miraba a Rawl con un poco de
inseguridad. "Nunca fui su amante, fue solo su manera de hacerse popular. Odiaba a las mujeres!" Rawl sonrió un poco
sorprendido, pero a la vez con agrado. "Solía juntar noticias tuyas." Ella bajó la vista turbada, "las ponía debajo de mi
almohada cuándo era una joven, ¿tonto no?" Los ojos de Rawl se abrieron sobresaltados, "¿Guardabas recortes míos?"
Ahora a él le tocó estar turbado. "Yo solía guardar fotos tuyas en mi billetera." Se miraron en un mutuo entendimiento.
Sus manos se unieron. Entretanto, la cápsula había tocado tierra y el helicóptero aterrizado. Mish desenganchó el
cable y junto con Ap forcejearon para poner el cilindro en posición. Desengancharon uno de los paneles y Mish
conectó la cámara y el grabador. Se volvió para hacerle una seña a Rawl. "Es tu turno," dijo suavemente. Rawl
soltó su mano de la Lady Min y tocó con un dedo su boca. Sus ojos estaban brillantes al mirarla. Poniéndose a la
altura de las cámaras, Rawl se propuso a hablar. "Algunos de nosotros hicimos posible que está cápsula fuera una información
para los que nos siguen, para que sepan como y porque su Planeta fue asesinado."
Levantó los brazos para indicar el terreno devastado. "La desolación fue el resultado de querer formar un Estado Policíaco.
Cuándo la población está inquieta, imprudentes Gobiernos tratan de oprimir y cuánto más oprimen, más cerca están de provocar una
revolución. Tontos Gobiernos tratan de evitar revoluciones con más opresiones y después mueren. Pero una parte de esta falta debe de
ser compartida por el Congreso. El Congreso dejó que la Dirección Ejecutiva creciera más y más y los dejó actuar para enemistarse y
ofender a la gente. A tal grado el Congreso traicionó a la gente que los votó y confió en ellos." Bajo la mirada, y levantó la mano
para apuntar con un dedo. "Antes de que los otros Planetas sean también destruidos, el Congreso debe reformar al sistema
escolar, para que dejen de enseñarles a los niños que son animales. Después deben de conseguir que la Policía se dé cuenta que es
responsable de la seguridad pública, no solo de arrestar a los que no les gustan. El Congreso debe pasar la cuenta aboliendo todo el
perverso fraude de la psiquiatría. También debe erradicar la Dirección Ejecutiva, de cómo es ahora, y organizar otra con menos
poder." Rawl miró intensamente a la cámara, como si quisiera que se produjera una duplicación y la Tierra fuera a
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renacer, y ser otra vez civilizada. "No intenten formar otro Estado Policíaco, porque entonces su Planeta morirá otra vez. Los
errores del pasado fueron nuestros. ¡El futuro es de ustedes!" Con ese final Rawl saludó. El viento levantó una ligera niebla
amarilla entre él y la cápsula, y la pantalla quedó en blanco.
EPILOGO
Extrañado el Presidente y su principal asesor, solo podían mirar al panel de la cápsula al cerrarse la puerta del
mismo. A través de la ventana el sol se estaba ocultando en Washington, la bella Washington, la hermosa. Y sin
embargo estaban sentados solos, el principal de la Policía Nacional con mirada errante. El Presidente pensativo
trataba de mantener el juicio, pensaba en las consecuencias que podría tener el que se hiciese público el contenido
de la cápsula. Temblaba ante la sola idea. Todos sus planes, y todo su poder... Sacudió la cabeza para desalojar
esos horribles presentimientos. Después de un rato se levantó. Viendo lo que hacía su Jefe, Jedgar lo imitó,
agradecido de poder ponerse en movimiento. Él sabía que ese negocio era muy importante, y que había mucho en
juego.- pero en todo lo que podía pensar era en su cena y en la carrera de la noche. Y tenía un duro hueso para
roer con 'Benny the Dip'...
Pensativo el Presidente caminó a la puerta cerrada de su oficina, Jedgar detrás, feliz de salir. En las escaleras que
daban al edificio reporteros y fotógrafos se habían reunido. Estuvieron esperando mucho tiempo. Al abrirse las
amplias puertas, dejaron de hablar. Miraron expectantes al Presidente y al zar de toda la Policía de los Estados
Unidos y los acribillaron a preguntas y flashes. "¿Que fue eso?" Gritó un reportero. "Señor Presidente," comenzó otro.
"¿Era alguna civilización antigua?"
Fuerte y claro se lo escuchó a un reportero preguntar, "¿Qué es la cápsula del tiempo?" El Presidente miró a todos,
seguramente esperaban alguna contestación. Bueno se las daría. Sonrió débilmente, y movió su mano para pedir
silencio, habló en tono jocoso. "Lamento desilusionarlos. Sólo fue un fragmento de la Segunda Guerra Mundial, basura. Solo
pedazos de metal. Solo pedacitos de metal, caballeros."
Volviendo su cabeza un poco, intercambió una mirada de conspiración con su Jefe de Policía Nacional. Jedgar
asintió con aprobación y le devolvió una sonrisa un poco maligna y torcida.
No se sabría nunca... Solo fragmentos de metal...
FIN
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