miércoles, 3 de agosto de 2011

LAS TORTURAS DE LA CIA 10 - PAGINA 14

 Si me entero de algo, ya te lo contaré... Ésas fueron las últimas palabras que me dijo William Buckley. A lo largo de este tiempo he pensado con frecuencia en escribir la historia de los treinta años que pasó Bill al servicio de la CIA, gracias a los cuales se convirtió en uno de los agentes más veteranos, pero siempre se ha colado algún otro proyecto. Más tarde me di cuenta de que, aunque creía tener la materia prima —las notas que tomaba de lo que él me contaba y lo que contaban otras personas que lo habían conocido—, no sabía cómo hacer justicia a un hombre que en muchos sentidos era único. Porque Bill era un ser excepcional. Finalmente, en 1999, mi amigo Kevin Barker, director y productor cinematográfico, me dijo que nada le gustaría tanto como llevar al cine la historia de Bill. Contaba sin duda con todos los elementos que podría desear un cineasta: conflictos y enfrentamientos, protagonistas formidables y un héroe de los que ya no quedan. Así que accedí a escribir un esquema del guión. Pronto me di cuenta de que cuanto más intentaba limitar la historia de Bill a ese marco, más crecía. Era como si Bill estuviera detrás de mí, diciéndome: «Eh, no te olvides de eso», o bien «Recuerda que sucedió lo que yo te había dicho.» Abandoné el esquema del guión y me embarqué en este libro. Las últimas palabras de Bill me parecían un buen punto de partida, pero al investigar todo lo que pude sobre el médico que había mencionado, comprendí la terrible ironía del destino de Bill.

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