sábado, 10 de septiembre de 2011

LOS ERRORES DE SIMON BOLIVAR 7

Las dificultades en Perú empezaron cuando él venció a su verdadero conquistador, San Martín (de la Argentina), en un mezquino triunfo acerca de anexar Guayaquil a Colombia. Bolívar quería verse de nuevo triunfante y no observó que en realidad le costó a él y al Perú el apoyo de San Martín, quién comprensiblemente renunció y se fue a su casa, dejando que Bolívar conquistara a Pe­rú. Desafortunadamente, ya había estado en sus manos. San Martín necesitaba algunas tropas para limpiar un pequeño ejército Realista, eso era todo. No necesitaba que Perú perdiera Guayaquil, ¡Lo qué a nadie le hizo ningún bien de todos modos¡

 

Bolívar se ponía inactivo cuando se enfrentaba con dos áreas llenas de problemas. No sabía para qué lado ir. Así es que no hacía nada.

 

Más valiente que cualquier otro general en la historia en el campo de batalla, los Andes o en torrenciales ríos, no tenía realmente la valentía  necesaria para confiar en las mentes inferiores y hacer frente a sus muchas veces espantosos errores. Tenía miedo de sus errores. Así que no se atrevía a desatar a su numerosa jauría deseosa.

 

Podía guiar a los hombres, hacer que se sintieran de maravilla, hacer­ que lucharan y dieran sus vidas con privaciones que ningún ejército en el  mundo ha afrontado jamás o desde entonces, pero no podía usar a los hombres cuando le estaban rogando que los usara.

 

Es un nivel aterrador de valentía usar hombres que tú sabes que pueden ser crueles, viciosos e incompetentes. Él no tenía miedo de que alguna vez se volvieran contra él. Hasta que finalmente lo hicieron, sólo entonces quedó conmocionado. Pero él protegía "al pueblo" de la autoridad dada a hombres de dudosa competencia. Así que en realidad nunca uso más que a tres o cuatro generales de leve disposición y enorme y sobresaliente habilidad. Y a los demás les negó el poder. Muy cuidadoso de la "gente" nebulosa pero muy malo en realidad para e1 bien común y esto en verdad causo su muerte.

 

No, Bolívar era teatro. Era solo teatro. Uno no puede cometer tales errores y todavía pretender que uno piensa en la vida como vida, sangrienta y real. Los verdaderos hombres y la verdadera vida están llenos de si­tuaciones vivas, peligrosas y violentas y las heridas duelen y el hambre es desesperación en sí especialmente cuando uno la ve en aquél a quien ­uno ama.

 

Este poderoso actor, apoyado con un potencial personal fantástico, cometió el error de pensar que el tema de la libertad y su propia gran actuación sobre el escenario eran suficientes para invertir todas las horas de trabajo y sufrimiento de los hombres, comprar un pan, pagar sus ­prostitutas, matar a los amantes de sus esposas y cerrar sus heridas o ­hasta para poner suficiente drama en sus muy oprimidas vidas para hacerlos que quisieran vivirlas.

 

No, Bolívar era por desgracia el único actor en la escena y ningún  otro hombre en el mundo era real para él.

 

Y así murió. Y ellos lo amaron. Pero ellos también estaban en el escenario muriendo en su libreto o en el libreto por la libertad de Rousseau pero no en el libreto para vivir sus vidas reales y verdaderas.

 

Él fue el general militar más grandioso de cualquier historia medido contra sus obstáculos, la gente y la tierra a través de la cual él peleo.

 

Y fue un fracaso total para él y para sus amigos.

 

Aun considerando que, encima, fue uno de los más grandes hombres que han vivido. Así vemos lo verdaderamente miserables que deben ser otros en su papel de líderes, que se encuentran entre los hombres.

 

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