miércoles, 7 de septiembre de 2011

LOS ERRORES DE SIMON BOLIVAR 4

Bolívar no tenía ninguna habilidad financiera. Empezó siendo rico y terminó siendo un pordiosero, una estadística que descendió desde ser uno de los hombres más ricos, sino el más rico de Sudamérica, hasta un camisón prestado para poder enterrarlo como un exiliado. Y esto sucedía mientras la propiedad de los Realistas estaba a su disposición, los bienes­ más grandes en tierras y minas de Sudamérica totalmente abiertos a sus manos, ¡Esto no es creíble¡ Pero es cierto. Él nunca cobró los préstamos que­ él hizo a los gobiernos ni siguiera cuando él fue la cabeza de esos gobiernos.

 

Así es que no es de extrañar que encontremos dos errores muy reales  más, que nos lleven a su ruina. Nunca recompensó a sus tropas o a sus ofi­ciales y nunca tuvo como meta tener ninguna solvencia en los estados que ­controlaba. Estaba bien que no recibieran ningún pago cuando todavía les ­faltaban muchos años de batalla, ya que todavía no habían ganado verdaderas­ riquezas, pero no recompensarlos cuando todo estaba a su disposición ¡Bueno¡

 

El límite de su habilidad consistía en exigir un poco de dinero en e­fectivo tomado de los pagos hechos por las iglesias en esa época, (las cuales no estaban activamente en su contra al principio pero a quienes esto ­les molesto infinitamente), y algunos gastos domésticos.

 

Él pudo (y debió) haber separado toda la propiedad y los bienes Realistas para ser divididos entre sus oficiales, sus hombres y sus partidarios. Ahora ya no tenían dueños y esta falla le costó a la economía del país la  pérdida de impuestos de todas esas propiedades productivas (toda la riqueza de la tierra). Así es que no es extraño que su gobierno, con sus propiedades sujetas a impuestos ahora inoperantes o, en el mejor de los casos, dominados por un especulador o saqueados por indios, fuera insolvente. También, por no hacer un acto tan obvio, entregó la propiedad en manos de enemigos más prudentes y dejó a sus oficiales y hombres sin un centavo para finan­ciar cualquier tipo de apoyo para su propia estabilidad en la nueva sociedad y por lo tanto para la suya propia.

 

En lo que se refiere a las finanzas del estado, las grandes minas de  Sudamérica, de repente sin dueños, primero fueron descuidadas luego arrebatadas y trabajadas por aventureros extranjeros que simplemente llegaron  y las tomaron sin pagar nada.

 

España había regido el país bajo la finanza de diezmos sobre minas e impuestos generales. Bolívar no sólo no cobró los diezmos sino que dejó que la tierra se volviera tan inservible que era imposible que pudiera ser sujeta a impuestos. Él debió haber hecho que las propiedades produjeran de cualquier forma y debió haber operado por medio del estado todas las minas Realistas una vez que las tuvo.

 

Él no hacer éstas cosas fue completa, aunque típicamente humanoide, una locura.

 

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